LA HISTORIA DE LA IGLESIA
Una de las más grandes obras llevadas a cabo por Cristo aquí en la tierra fue el establecimiento de una institución a la cual Él llamó, genéricamente, su Iglesia [nosotros la designaremos con mayúscula en este artículo para poder diferenciarla], cuya expresión concreta se traduce en cuerpos individuales locales o Iglesias. Jesús autorizó estos cuerpos para representarlo en la tierra en los asuntos del Reino de los Cielos (Mt.16:19; 18:18).
A la luz de estas cosas podemos establecer lo siguiente:
1. Estas Iglesias en la historia son la expresión más pura de la verdad bíblica en la tierra.
2. Estas Iglesias son identificables en la historia por medio de esa verdad.
3. Satanás ha generado la más arrolladora y cruel persecución para destruir, pervertir y suplantar esta Iglesia.
Este artículo trata con estos tres temas.
La Biblia establece el hecho que Dios, en su deseo de comunicar verdad redentiva de la mejor forma posible al hombre en esta tierra, ha diseñado la agencia perfecta, la Iglesia, a la cual Él le confió esta verdad (1Ti.3:15,16). Ahora bien, esta realidad exige, a cualquiera que desee servir bien al Señor, buscar diligentemente con el propósito de identificar su Iglesia en la historia y ahora en la actualidad, para después unirse a ella para una vida de obediencia y servicio, porque sólo una vida de servicio en su Iglesia es una total entrega y sumisión a Cristo.
1. LA IGLESIA, UNA EXPRESION DE LA VERDAD BIBLICA:
Rasgos Distintivos de la Iglesia
Cuando nos referimos a los rasgos distintivos queremos referirnos a aquellas características que diferencian las Iglesias de Cristo de las demás instituciones religiosas de la cristiandad, porque no toda institución que dice: "Señor, Señor" o que dice ser una Iglesia de Cristo debe tomarse seriamente sin antes someterla al escrutinio por medio de las Sagradas Escrituras. Por lo tanto, estamos obligados a distinguir la Iglesia de entre todas las instituciones que reclaman serlo.
Una de las características de las Iglesias del Nuevo Testamento, que sobrepasa a todas las otras, es la convicción que se debe obedecer sólo la Palabra de Dios, la Biblia. Por ejemplo, los Tesalonicenses, una de las grandes Iglesias apostólicas del Nuevo Testamento, se le reconoció esta virtud (Véase 1Ts.2:13,14). Esta fidelidad a la Palabra es la característica más preeminente de las doctrinas y prácticas de las Iglesias verdaderas.
Es común oír decir a muchas instituciones religiosas, como también a la Iglesia, que la Biblia es la Palabra de Dios, y que es la única guía para su fe y práctica, pero la misma Biblia distingue entre aquellos que simplemente dicen: "Señor, Señor" y aquellos que hacen su voluntad (1Jn.3:18). Por lo tanto, aquí tenemos un criterio válido para poder distinguir las Iglesias de Cristo de aquellas que simplemente dicen serlo. Las Iglesias de Cristo siempre se han distinguido de otros movimientos por su celosa determinación de obedecer y enseñar a otros a obedecer toda la Palabra de Dios. No estamos diciendo que estas Iglesias obedecen perfectamente toda la Palabra de Dios, pero se acercan bastante a ello, ejemplo: La Iglesia de Filadelfia (Ap.3:8). Todas las otras características distintivas de la Iglesia nacen de este fundamental principio.
En la cristiandad contemporánea existen algunos otros movimientos que tienen una doctrina regularmente saludable en algunas cosas, pero no en la doctrina de la Iglesia. Esta es una característica única de las Iglesias del Señor. Por la naturaleza del caso una ekklesia (una Iglesia) debe comprender y obedecer los principios bíblicos de eclesiología o de lo contrario no es una Iglesia bíblica. No podemos reclamar ser cristianos si no obedecemos la doctrina de Cristo; de igual forma, no podemos reclamar ser una de sus Iglesias si no obedecemos los principios que Cristo exige de sus Iglesias. Por lo tanto, es fácil suponer que la Iglesia del Dios Viviente ha tenido históricamente esta peculiaridad que la hace única de entre todos los otros movimientos que reclaman esta posición. Hemos resaltado diez principios de eclesiología bíblica (pág.8), y hemos encontrado que estas características han sido únicas de un antiguo movimiento de Iglesias. Esto lo hemos juzgado por medio de su doctrina y conducta. Estos principios no derivaron de una búsqueda en la historia, sino de una búsqueda en las Escrituras, y puesto que siempre han habido Iglesias que "han guardado [Su] Palabra" (Ap.3:8), estos principios bíblicos nos ayudarán a identificar la Iglesia de Cristo a través de las edades pasadas.
Ahora bien, para obedecer la verdad se requiere un apropiado entendimiento y práctica de los mayores principios de la Escritura en por lo menos cuatro áreas: Teología (el estudio de la naturaleza de Dios), Antropología (el estudio de la naturaleza del hombre), Soteriología (el estudio de la naturaleza de la salvación), Eclesiología (el estudio de la naturaleza de la Iglesia). El catolicismo romano tiene serios problemas en los dos primeros cuerpos doctrinales, y en soteriología y eclesiología están absolutamente fuera de la verdad. El protestantismo tiene graves problemas en las primeras tres áreas, y en eclesiología están totalmente errados; por otro lado, las iglesias originadas después de la reforma han abrazado una teología ecléctica; es decir, un poco sacado de aquí, otro poco sacado de allá y un poco de su cosecha.
Sin embargo, hay un movimiento de Iglesias cristianas más antiguo, que no es ni católico ni protestante, conocidos en varias épocas de la historia por diferentes nombres. El marco general de su teología ha sido consecuente con estas cuatro áreas de la teología bíblica. Estas Iglesias son el verdadero legado de las Iglesias apostólicas. Su doctrina de eclesiología los ha separado en la historia de todo el resto. También debemos reconocer que han habido algunas irregularidades e inconsistencias entre ellos, individual y corporativamente, pero las Iglesias verdaderas serán encontradas dentro de estos movimientos de Iglesias. Debemos revisar los principios sobresalientes de la eclesiología del Nuevo Testamento para poder identificar el carácter de estas Iglesias, y puesto que estos principios son de la Escritura, ellos mostrarán que la eclesiología que sostuvieron es bíblica, y también nos revelará lo contrastante de los movimientos no bíblicos.
Los registros apostólicos nos revelan que habían algunas Iglesias al borde de la apostasía (Ap.2:5; Gá.4:20). Así que no es de sorprenderse que algunas iglesias apostataron, y se quedaron sin su "candelero", es decir, su posición como Iglesia de Cristo fue removida. Claro está también, que muchas otras Iglesias se mantuvieron obedientes a la Palabra. Consideremos la Iglesia que estaba en Roma. Pablo, en su epístola a los Romanos, los alaba grandemente por su obediencia: "Porque vuestra obediencia ha venido a ser notoria a todos, así que me gozo de vosotros..." (Ro.16:19). Contrástese la misma iglesia, bajo el papado, cinco siglos después. Esta iglesia gradualmente se apartó de casi todos los principios del cristianismo Neotestamentario. Se llenó de inmoralidad, con excesos de todo tipo, instigó el sufrimiento, el asesinato, y el exilio de las Iglesias que se aferraban a los principios del Nuevo Testamento. Aquí encontramos un ejemplo histórico de apostasía de una institución que una vez fue una Iglesia de Cristo.
Una de las ironías más grandes de la historia es que casi todos los historiadores protestantes y fundamentalistas interdenominacionales atribuyen a la iglesia católica el título de "la Iglesia de Cristo" y a aquellos movimientos que se opusieron a este sistema fueron llamados "herejes", padeciendo sangrientas persecuciones; no obstante, con ello surge un principio que inequívocamente nos ayudará a identificar las Iglesias verdaderas del cristianismo apóstata. Este principio lo llamamos "el principio de persecución" y fue establecido por Cristo mismo: "Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán" (Jn.15:20; 16:2,3), y "Vi a la mujer ebria [la gran ramera] de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús..."(Ap.17:6). Con estas verdades bíblicas en nuestra mente, sólo nos resta identificar los perseguidos y los perseguidores en la historia. Si estos movimientos de Iglesias son heréticos como dicen los católicos y protestantes, entonces la verdadera Iglesia, contraria a la profecía y la verdad, llegó a ser la perseguidora, y el mundo llegó a ser el perseguido. Esto es una execrable inversión de las enseñanzas de Jesús, y de toda la verdad del Nuevo Testamento. La verdad es obvia, el cristianismo apóstata, el papado, tiene a su haber el exterminio de alrededor de 50 millones de creyentes Neotestamentarios en la edad del oscurantismo, un periodo de aproximadamente doce o trece siglos. Es imposible que perseguidores religiosos puedan calificar como una Iglesia de Cristo.
2. IDENTIFICANDO LA IGLESIA EN LA HISTORIA:
Nombres y Distribución Geográfica de las Iglesias
Durante un largo periodo de tiempo (250-1500 d. C.) dos transformaciones geográficas tuvieron lugar en la distribución de las Iglesias bíblicas. La primera transformación fue durante el siglo I y el siglo II. Las Iglesias literalmente "explosionaron" desde el centro en Jerusalén a todas las partes más civilizadas del mundo: Asia Menor, Italia, el Sur de Europa, las islas Británicas, el Norte de África, Armenia, y algunas otras partes. En estos lugares las Iglesias comenzaron a protestar y a oponerse a la apostasía católica romana, y en esta oposición fueron conocidos por varios nombres en diferentes épocas: Montanistas (a fines del siglo II), Novacianos (Italia, desde a mediados del siglo III), los Donatistas (Norte de África, a fines del siglo III, hasta comienzos del siglo IV), y los Paulicianos (Armenia, a mediados del siglo VII, hasta el IX). Se les fue dado estos nombres por los líderes que encabezaban estos movimientos. Todas estas Iglesias no se adherían necesariamente en forma estricta a las creencias de sus respectivos líderes.
La segunda transformación geográfica en la distribución de las Iglesias bíblicas es que ellas comenzaron a converger en un sólo lugar (desde el siglo III hasta el siglo IX). Esta transformación fue como una "implosión"producida por la persecución Católica en todas estas Iglesias. El centro de esta implosión fue la aislada área de los Valles del Piamonte al pie de los Alpes. Miles del remanente de los Montanistas, Novacianos, y luego los Donatistas, y finalmente los Paulicianos emigraron a estos valles huyendo de la persecución. En estos valles miles fueron muertos y muchos otros fueron desterrados de estas tierras por la iglesia católica estatal. Ellos buscaron refugio en los remotos valles del Norte de Italia, el Sur de Francia, y otras partes de Europa.
Dios proveyó un lugar donde este remanente de su elección pudiera encontrar un poco de tranquilidad, estos valles proporcionaron una cierta seguridad en forma temporal. En este lugar las Iglesias perdieron sus nombres Donatistas, Novacianos, etc.. y llegaron a ser conocidos como Valdenses (habitantes de los valles). Ellos emergieron en forma natural en un pueblo muy unido. Había bastante comunicación y comunión entre ellos. Su teología era en esencia una sola, las diferencias entre ellos eran superficiales.
Desde el siglo V, hasta el siglo XVI fueron conocidos por algunos otros nombres: Cátaros (puros), Albigenses (por Albi, Francia), los Patarinos, Petrobrusianos, y Anabautistas. Por alrededor de un milenio ellos vivieron en estos valles y soportaron crueles e intermitentes persecuciones. El papa Inocencio III predicó el exterminio de los Albigenses y reuniendo 500.000 hombres aniquiló a 200.000 personas; 60.000 en una sola ciudad. Alrededor de un millón de Albigenses fueron básicamente exterminados por las cruzadas y la "santa inquisición" en un lapso de 20 años (véase Albigense, Diccionario Enciclopédico Sopena, tomo 1, pág. 143).
Con todo esto podemos darnos cuenta que hubo un movimiento perpetuo de Iglesias Neotestamentarias bajo diferentes nombres. Estos grupos seguían el rastro de la verdad bajo diferentes circunstancias. Los Donatistas que llegaron al valle del Piamonte fueron posteriormente llamados Valdenses y Anabautistas (re-bautizadores), para finalmente emerger con el nombre de Bautistas. La evidencia de esto es inequívoca. Cualquiera puede identificar una similitud "genética"entre el pueblo Bautista y estos antiguos grupos, no importando como hayan sido llamados en el transcurso de la historia. El nombre es incidental, la doctrina y la práctica son esenciales. No queremos que se nos impute que estamos enseñando que en cualquier lugar donde encontremos una iglesia llamada "Bautista" encontraremos una Iglesia del Señor. La obediencia a estos diez principios bíblicos que hemos presentado es el elemento determinante. No existe otro movimiento de Iglesias en la historia que haya ejemplificado con tanta fidelidad y entereza los principios del Nuevo Testamento como lo hizo el pueblo Bautista, y es axiomático que dentro de este movimiento se ha perpetuado el principio de autoridad institucional, porque las Iglesias de Cristo no nacen milagrosamente de la nada, ni son producto de generación espontánea, ni de cisma, sino que vienen perpetuándose de Iglesia en Iglesia desde que Cristo la fundó, y lo seguirán haciendo hasta que Él vuelva, porque fiel es el que prometió (Mt.16:18; 28:18-20).
Por lo tanto, creemos que el pueblo Bautista es el único que en la actualidad encarna los principios bíblicos de la eclesiología de Cristo y es el único legado apostólico en nuestros días. Debemos admitir que hay desviaciones y variaciones entre los Bautistas de la actualidad, como también lo hubieron dentro de aquellos grupos Neotestamentarios del pasado; pero es en este movimiento de Iglesias donde encontraremos la autoridad de Cristo. De esto se desprende que las Iglesias bíblicas deben ser identificadas dentro de la histórica sucesión Bautista, o bien dentro de la sucesión católica - protestante - interdenominacional. Los reformadores reconocieron que ellos eran sólo una extensión de la iglesia católica. Por lógica, ninguno de los miles de movimientos que surgieron después de la reforma puede ser la Iglesia de Cristo (véase esquema en la contraportada).
3. LA PERSECUCION CONTRA LA IGLESIA:
A. El levantamiento de la Iglesia Falsa
A comienzos del siglo II, en las cartas de Ignacio, se comienza a ver el gérmen de una eclesiología corrupta. La simpleza del oficio de pastor (también llamado obispo o anciano, donde típicamente había una pluralidad de pastores en el seno de la Iglesia local), fue perturbada por la gestación de un orden jerárquico. Un obispo encabezaba este sistema, y los ancianos estaban bajo este liderazgo: "Debemos mirar al obispo" escribió Ignacio, "como si miráramos a Cristo mismo" y los ancianos debían ser considerados como: "El consejo de apóstoles".
Este brote episcopal creció hasta que muchos obispos ya no eran solamente obispos en sus iglesias locales, sino que eran obispos sobre territorios geográficos. Esto dio origen a una pasión por el poder y las riquezas, y que resultó en el olvido de la disciplina de la iglesia, y muchas iglesias llegaron a ser un foco de corrupción.
Esta condición corrupta de muchas de las iglesias produjo un campo fértil para un más serio desvío de los principios de la eclesiología Neotestamentaria, la unión de la iglesia y el estado. Esta poco santa unión tuvo lugar bajo Constantino a comienzos del siglo IV, y eventualmente dio lugar a un pecado mucho más serio - persecución, asesinato, y destierro de las Iglesias y santos de Dios que se mantuvieron firmes en las doctrinas de soteriología y eclesiología.
Por la naturaleza del caso, las Iglesias verdaderas no pueden existir en un sistema sacralista, donde el estado y la iglesia son uno, sin ser objetos de persecución. La dinámica en un sistema sacro-estatal es hacer que todos los ciudadanos del estado sean parte de la iglesia. No obstante, la dinámica en una Iglesia bíblica es lograr que los miembros sean moralmente puros y separados del mundo para el servicio a Dios, y simultáneamente, estos miembros, sean ciudadanos del estado en el mundo. Por lo tanto, es un asunto muy simple distinguir la Iglesia en una sociedad sacralista, sólo identifiquen a los perseguidos. De una cosa sí podemos estar seguros, un sistema sacralista no puede ser la Iglesia de Jesucristo.
El sistema sacralista de Roma continuó desarrollándose, y por aproximadamente un milenio el papado utilizó los poderes del estado en contra de la Iglesia para someterla. En el transcurso de la Edad del Oscurantismo, la iglesia estatal hizo aun más grande su brecha entre sus prácticas y la Palabra de Dios. Los papas inventaron nuevas doctrinas y proclamaron hablar por inspiración divina. Los sacerdotes vendían indulgencias, es decir, la gente pagaba para que les fueran perdonados los pecados antes que fueran cometidos, también cobraban por misas para sacar de un supuesto purgatorio a los difuntos. Enseñaron que el bautismo tenía virtudes salvíficas, produciendo que la gente "bautizara" sus bebés tan pronto nacieran, esto dio origen al bautismo infantil (bautizar a un bebé es como erigir un monumento a un soldado que todavía no va a la guerra), haciéndolos parte de la iglesia. La Cena del Señor degeneró en creer que los elementos (pan y vino) eran verdaderamente la sangre y cuerpo de Cristo. Transformaron la simpleza de la fe cristiana en algo ritualista, misterioso, mágico que sólo ellos podían revelar e interpretar. Para generar obediencia de las masas las atemorizaban con superticiones, amenazándolos con excomulgarlos sino se sometían a la iglesia católica, promocionando el lema: "Fuera de la iglesia no hay salvación" (Catecismo de la iglesia católica, pág.202, sección 846, 1993), condenando a la gente a un infantilismo perpetuo, haciéndoles creer que ellos iban a velar por sus almas si el dinero entraba en sus arcas. Este sistema eclesiástico se degeneró a tal extremo que muchos de los sacerdotes tenían recargo de conciencia.
B. La Falsa Iglesia Protestante
A comienzos del siglo XVI las Iglesias soportaron tenazmente la persecución de la iglesia estatal, pero no estaban preparados para otro frente que comenzaba a emerger, este nuevo movimiento los atacó por los costados. Este movimiento es conocido como la reforma y nació en el seno de la iglesia católica.
Las Iglesias bíblicas al comienzo se estimularon, porque muchos de los excesos de los católicos fueron reprimidos, y por un tiempo parecía que la paz iba a prevalecer. Lutero, Calvino y Zwinglio eran los pioneros de este nuevo movimiento. Este movimiento fue llevado a cabo por gente educada y formada por Roma, y muchas de las herejías católicas permanecieron con ellos.
Lutero y Calvino despreciaron las Iglesias de los Anabautistas que existían y que estaban completamente organizadas y listas para recibirlos, pero ellos prefirieron crear un linaje mutante del catolicismo. Esta mutación católica fue llamada "protestantismo" y continuó con el mismo principio de unir la iglesia y el estado, retuvo el bautismo infantil, hubo coerción de la conciencia por medio de la persecución y el sistema jerárquico siguió imperando. Todos ellos dijeron: "Sola Scriptura" (sólo la Escritura), pero es irónico el hecho que lo que ellos ensalzaron, luego descaradamente lo desobedecieron. Citamos dos ejemplos:
Lutero dijo: "Bautismo es baptismos en Griego, y mersio en Latín, y significa zambullir completamente una cosa en el agua hasta que el agua lo cubra. Aunque en muchos lugares ya no se acostumbra a sumergir infantes en un estanque con agua, sino que se les vierte agua sobre ellos fuera del estanque, sin embargo, lo primero es como debe ser realizado (Las Obras de Lutero, Bachman, XXXV, 29).
Por otro lado, Calvino dijo: "En cuanto a lo demás, tiene poca importancia si se ha de sumergir totalmente en el agua al bautizado, si se ha de hacer tres veces o una solamente, derramando agua sobre él. La iglesia tiene la libertad de elegir cualquiera, según la diversidad de los climas. Porque el signo se representa de cualquiera de estas maneras. Aunque la palabra misma "bautizar" significa sumergir; y consta que la Iglesia primitiva usó este rito (La Institución Cristiana de Juan Calvino, IV, 15, 19).
Ambos reconocieron que el bautismo era por inmersión, pero no lo obedecieron porque dijeron que "la iglesia" (católica) no podía estar errada en esto por tanto tiempo. Además, dijeron que las iglesias tenían "la libertad" de bautizar como quisieran; en cambio los anabautistas dijeron que "debían hacer solamente lo que el Maestro les mandara".
Los reformadores tenían una actitud muy diferente a la de los Anabautistas en relación a la autoridad de la Palabra de Dios. Muchos dicen que las Escrituras son infalibles y que es la autoridad final, pero cuando hay que implementar los principios que enseña, aquí es donde encontramos la línea divisora.
Martín Lutero de pronto se vio en conflicto con dos rivales (los católicos y los Anabautistas) y al final admitió que estaba más en guerra contra los "re-bautizadores" que con su iglesia madre. Lutero y Calvino odiaron intensamente a los anabautistas, porque ellos igualmente re-bautizaban, por bíblicas razones, a las gentes que salían de las filas del protestantismo para unirse a ellos. Lean sus obras, y se darán cuenta que el obedecer la Biblia no era su pasión más intensa. Enfatizaron la doctrina de la justificación por fe (nada nuevo para los anabautistas), pero "Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello" (Mt.23:23).
Los protestantes posteriormente hicieron alianza con los católicos para extirpar a los "sediciosos" que perturbaban la fe. En el año 1528 el pastor anabautista, Balthazar Hubmeyer y su esposa fueron encarcelados por los reformadores en Suiza, y después de comparecer ante los seguidores de Zwinglio escaparon para ser recapturados por los católicos y ser ejecutados. En el año 1659 los reformadores habían expulsado a todos los anabautistas de Suiza diciendo que eran extremadamente peligrosos y malvados (La Sucesión Bautista, D. B. Ray, pág. 388).
Posteriormente los calvinistas y los luteranos se unieron con la iglesia estatal de Inglaterra (fundada por Enrique VIII), y desarrollaron una persecución en contra de los Bautistas ingleses; el rey Jaime o Santiago y la reina Elizabeth firmaron órdenes de ejecución en contra de anabautistas (La Historia de Crosby de los bautistas Ingleses, pág. 71, 108). El rey Eduardo VI enfrentó una situación similar, y se preocupó por el hecho que estas tácticas habían sido usadas por los católicos, pero después de ser persuadido por el archi-obispo Cranmer (quien más tarde fue martirizado por los católicos) firmó de malas ganas una orden de ejecución. Como resultado, el creyente Joan Boucher fue quemado en la hoguera (La Historia de Crosby de los Bautistas Ingleses, Vol. 1, pág. 49).
La persecución de los Anabautistas por los protestantes continuó hasta el siglo XVII y fue exportada también al nuevo mundo. En Estados Unidos la jerarquía anglicana encarcelaba a los predicadores Bautistas que predicaban sin una licencia que ellos otorgaban, finalmente estas prácticas de los Anglicanos fueron abolidas, porque la constitución Norteamericana los obligó a hacerlo.
CONCLUSION
Hemos presentado los principios bíblicos de eclesiología más sobresalientes y hemos mostrado históricamente los movimientos de Iglesias que los han implementado desde el siglo I hasta la época actual. Creemos haber expuesto objetivamente y en forma muy resumida los hechos de la historia en relación a las Iglesias de Cristo y las otras instituciones religiosas que reclaman esta misma posición. Tenemos la convicción que este histórico movimiento de Iglesias ha ejemplificado con más entereza los principios de las Sagradas Escrituras, y han mostrado un espíritu de auténtico amor hacia los mandamientos de Dios en la tierra, incluso hasta la muerte. La historia de estos creyentes no fue escrita ni preservada en catedrales o santuarios, tradición o mármol, sino más bien en los documentos de sus enemigos y en la tierra misma, la cual ha absorbido su sangre, sus lágrimas, y sus cenizas, y cuyo único monumento, invisible al mundo, ha sido siempre su fidelidad a Cristo y a su Palabra. Miles de creyentes Neotestamentarios "de los cuales el mundo no era digno" (He.11:38), "menospreciaron sus vidas hasta la muerte" (Ap.12:11) para legarnos la verdad; dándonos un ejemplo de obediencia, fidelidad, y entereza que debería producir en aquellos auténticos creyentes suficiente inspiración, y al mismo tiempo obediencia, para ofrendar sus vidas al servicio de Cristo en su Iglesia. Es responsabilidad de cada uno identificar esta Iglesia en la historia y en la actualidad, y servir en ella para la gloria de Cristo el Señor
Misión Bautista La Verdad