LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO
Y LA DESTRUCCION DE LA TIERRA
Y EL UNIVERSO


Una de las más importante vigas que sostiene la estructura escatológica del Nuevo Testamento la encontramos en el libro de Hebreos; la cual establece que con el segundo advenimiento de Cristo, también viene consigo la destrucción de todas las cosas creadas por Dios en los seis días de la creación.

"AUN UNA VEZ"

La interpretación de un pasaje del libro de Hageo por la inspirada pluma del autor del libro de Hebreos aporta una significativa verdad para el entendimiento de los eventos del futuro:

"La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles" (Hebreos 12:26,27).

El autor, en el capítulo doce de Hebreos, contrasta el monte Sinaí, donde Dios promulgó Su ley, y el monte de Sion, desde donde Él hoy nos amonesta. Cuando Dios entregó Su ley en el monte Sinaí la tierra fue conmovida: "...pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo" (vers.26). Dios promete en este pasaje que en un momento determinado, "una sola vez más", hará estremecer no sólo la tierra, sino que también el cielo. La expresión "aún una vez", significa "sólo una vez más" no dos ni tres, sino que "una vez más". En esta única ocasión Dios conmoverá no sólo la tierra, sino que también el cielo. Inmediatamente después, el escritor del libro de Hebreos comienza a explicar o interpretar lo que acaba de decir en el versículo anterior. "Y esta frase: Aún una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que queden las inconmovibles" (vers.27). "La remoción de las cosas movibles", es decir, la destrucción de toda la materia física, la eliminación de esta tierra y todo el universo que la rodea. Todo lo creado por Dios en el primer capítulo de Génesis será completamente destruido; para dar lugar a las cosas "inconmovibles" y eternas, a los cielos y tierra nueva que Dios creará. "Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento" (Isaías 65:17; Apocalipsis 21:1). Esta mudanza de las cosas movibles, como cosas hechas, por las inconmovibles o eternas tendrá lugar "una sola vez", de acuerdo con las inspiradas palabras del autor de Hebreos.
Estos hechos, naturalmente nos llevan a hacer las siguientes preguntas: ¿Cuándo sucederán estas cosas? ¿En qué momento ocurrirá esta conmoción, remoción, o destrucción del universo físico para dar paso al espiritual?
El Señor Jesucristo en el libro de Mateo capítulo 24:3 es abordado por los discípulos con este mismo tipo de preguntas:

"Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?

Posteriormente, en el versículo 29 el Señor establece un marco cronológico que demarca con absoluta claridad y precisión los acontecimientos que preceden la destrucción del universo y la segunda venida de Cristo:

"E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas".

La primera cosa que salta a la vista al leer el versículo es el factor tiempo: "E inmediatamente después de la tribulación". Estas precisiones cronológicas son extraordinariamente importantes, porque nos ayudarán a entender más fácilmente el plan de Dios para el futuro como lo veremos más adelante. El pasaje continúa describiendo eventos cósmicos de colosal envergadura. Quiero hacer notar que la brevedad de la narración para describir estos fenómenos cósmicos, no minifican en lo absoluto el grueso calibre de los eventos que comienzan a tomar lugar: "El sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas". La expresión "conmover" es la misma utilizada en Hebreos 12:26,27. Por lo tanto, esta similitud en el lenguaje revela que el evento descrito en Mateo 24:29 es el mismo que se relata en Hebreos, es decir, la destrucción final de la tierra y el universo; y como sabemos que la destrucción de la tierra y el universo sólo puede ocurrir una sola vez, estamos en presencia del temible día del fin del mundo.
Esta misma clase de lenguaje es utilizado por los profetas del Antiguo Testamento para describir, sin sombra de dudas, el colosal evento de la destrucción de la tierra y el universo:

"He aquí el día de Jehová viene, terrible, y de indignación y ardor de ira, para convertir la tierra en soledad, y raer de ella a sus pecadores. Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor. Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes... Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar, en la indignación de Jehová de los ejércitos, y en el día del ardor de su ira " (Isaías 13:9-11, 13).
"...y temblarán los cimientos de la tierra. Será quebrantada del todo la tierra, enteramente desmenuzada será la tierra, en gran manera será la tierra conmovida. Temblará la tierra como un ebrio, y será removida como una choza; y se agravará sobre ella su pecado, y caerá, y nunca más se levantará" (Isaías 24: 18-20).
"Y cuando te haya extinguido, cubriré los cielos, y haré entenebrecer sus estrellas; el sol cubriré con nublado, y la luna no hará resplandecer su luz. Haré entenebrecer todos los astros brillantes del cielo por ti, y pondré tinieblas sobre tu tierra, dice Jehová el Señor" (Ezequiel 32: 7, 8).
"Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión. El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor...y temblarán los cielos y la tierra" (Joel 3:14-16).

Los fenómenos cósmicos en el sol y en la luna, la conmoción de los cielos y la tierra están presentes en todos los pasajes estudiados, y casi todos ellos están conectados con juicio en el gran día de Dios. Sin vacilar, este lenguaje inequívocamente nos ilustra el "día del Señor", es decir, la segunda venida de Cristo (véase 2Pedro 3:10-12).
Después de ver estos pasajes en el Antiguo Testamento volvamos al Nuevo para estudiar un pasaje que ilustra el pánico de que son víctima los seres humanos en todas partes en la inminente segunda venida de Jesucristo:

"Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra; porque las potencias de los cielos serán conmovidas" (Lucas 21:25,26; véase también Marcos 13:24,25).

El vívido lenguaje de Lucas hace estremecer a cualquiera que lea estas cosas, pero también alienta a aquellos creyentes que en angustiosa vigilia esperan al Redentor en aquellos momentos de tribulación:

"Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca" (Lucas 21:28).

Ahora bien, todos estos devastadores y portentosos fenómenos cósmicos, paralelamente relatados por Mateo, Marcos, y Lucas, son acompañados por la gloriosa segunda venida de Cristo:

"Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria" (Mateo 24:30).

La segunda venida de Cristo será como el "relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente" (vers.27). El libro de Apocalipsis dice que "todo ojo le verá" (1:7). Esta venida será un evento grandioso, universal, visible a todos los que moran bajo el cielo y al mismo tiempo consumará el misterio de Dios, y sellará el destino eterno de todo ser humano que haya vivido en esta tierra. En esta única segunda venida es donde ocurre la resurrección general de los muertos y el "arrebatamiento" al cielo de los creyentes que estén con vida en ese momento:

"Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro" (Mateo 24:31).

Por lo tanto, el orden de los eventos es como sigue: Primero, la tribulación: "E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días..." (Mateo 24:29a). Luego, la manifestación de fenómenos cósmicos de colosales proporciones (vers. 29b). En seguida, la segunda venida de Cristo en gloria y majestad (vers.30). Y posteriormente, la reunión de todos los redimidos de todos los tiempos: "de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro" (vers.31). La reunión de los creyentes que estén con vida en el momento de la segunda venida también es amplificada en Mateo 24:40: "Entonces estarán dos en el campo; el uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo en un molino; la una será tomada, y la otra será dejada". Este es el mismo "arrebatamiento" descrito por el apóstol Pablo en su epístola a los Tesalonicenses: "Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor" (1Tesalonicenses 4:17); y es la misma verdad establecida en su primera epístola a los Corintios: "He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados" (1Corintios 15:51,52). El resto de los seres humanos que queden con vida en la tierra, por cuanto hicieron iniquidad, morirán en la destrucción de la tierra y el universo, y pasarán por medio de la muerte al juicio del "gran trono blanco" para luego ser lanzados a un lago de fuego y azufre que arde por los siglos de los siglos (Apocalipsis 20:10-15).

EL TESTIMONIO DE HAGEO

El profeta Hageo al igual que los escritores evangélicos, conecta la destructiva mano de Dios con la segunda venida de Cristo:

"Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca; y haré temblar a todas las naciones, y vendrá el Deseado de todas las naciones; y llenaré de gloria esta casa, ha dicho Jehová de los ejércitos" (Hageo 2:6, 7).

El pasaje dice: "...y vendrá el Deseado de todas las naciones", esto es, sin sombra de dudas, la segunda venida de Cristo. "...y llenaré de gloria esta casa"; obviamente, esta casa es el tabernáculo de Dios en los cielos y tierra nueva donde morará con los hombres: "He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo" (Apocalipsis 21:3). Ahora bien, este pasaje citado por Hageo es el que el autor de Hebreos interpreta como la "remoción de las cosas movibles" o destrucción del universo; aunque el escritor del libro de Hebreos no menciona la segunda venida de Cristo, sí lo hace el profeta Hageo; y eso es suficiente para establecer el punto; no obstante, el autor de Hebreos registra la ulterior manifestación de un "reino inconmovible" (Hebreos 12:28) que sólo puede darse en los cielos y tierra nueva, en la nueva Jerusalén, un mundo espiritual, eterno, donde la gloria de Cristo será la luz de las naciones por los siglos de los siglos.
Mateo 24:29,30 relata los fenómenos cósmicos que culminan con la destrucción o "conmoción" del universo y acompañan la segunda venida de Cristo. Hageo conecta esta misma destrucción o "conmoción" con la venida del "Deseado de todas las naciones" (Hageo 2:7) el cual es Cristo. Esta es la misma destrucción que el escritor de Hebreos interpreta como "aún una vez" o una vez más. Por lo tanto, la segunda venida de Cristo es obviamente una sola, no dos, como lo plantea el premilenialismo, y esta única segunda venida da término a la historia universal con la completa destrucción de los actuales cielos y tierra que nos rodea para dar entrada a los "cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia" (2Pedro 3:13).
Maravillosamente, Dios ha provisto bastante más argumento para elaborar este marco de escatología.

EL TESTIMONIO DE JUAN

El apóstol Juan en el libro de Apocalipsis también registra un evento con similares características a las mencionadas en Mateo y otros libros de la Biblia:

"Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar" (Apocalipsis 6:12-14).

La similitud del lenguaje hace obvio que estamos en presencia del mismísimo evento que venimos analizando. Fenómenos en el sol y la luna, en ambos pasajes las estrellas caen del cielo, con la única particularidad que en el pasaje de Apocalipsis se amplifica la idea mencionando que la luna se vuelve como sangre y las estrellas caen a la tierra. La tierra pareciera ser el epicentro o punto de convergencia de las estrellas del universo. Si una estrella, del tamaño del sol, se acerca a regular distancia de la tierra, esta se evaporaría en cuestión de segundos. Es claro que este pasaje está relatando el mismo evento que Mateo en el capítulo 24:29.
Veamos más información.

EL TESTIMONIO DE PEDRO

En el sermón de Pedro a los israelitas en Hechos 2:20 leemos:

"El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto".

El lenguaje de Pedro aquí es el mismo que el encontrado en Mateo 24:29 y Apocalipsis 6:12-14 con la única exclusividad que Pedro agrega una pista muy importante. El apóstol conecta estos fenómenos que ocurren en el sol y la luna con el "día del Señor". Luego, Pedro, en su segunda epístola amplifica la descripción del "día del Señor", y los eventos que le acompañan son de la misma naturaleza que los que venimos estudiando:

"Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas ... esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!" (2Pedro 3:10,12).

Esto establece fehacientemente que el "día del Señor" y la segunda venida de Cristo es el mismo evento. Pedro expresa lo que los burladores dicen en relación a la segunda venida de Cristo: "Y diciendo: ¿Dónde está la promesa de su advenimiento? Porque desde el día en que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación" (2Pedro 3:4). Luego, Pedro continúa reflexionando acerca de la incrédula actitud del mundo antediluviano que pereció anegado en agua, y nos exhorta diciendo: "Pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos" (vers.7), y concluye la idea con los calamitosos eventos que acompañan el "día del Señor" o la segunda venida de Cristo: "Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán" (Vers.10,12); y puesto que la tierra y el universo serán destruidos sólo una vez, siendo esta la ocasión, de acuerdo con Hebreos, estamos en presencia del día final, el fin del mundo. Este es el día de Dios, grande y manifiesto de que hablaron todos los profetas del Antiguo Testamento. Después de esto, sólo entramos a un mundo espiritual y eterno: "Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia" (2Pedro 3:13; véase Apocalipsis 21:1).

EL TESTIMONIO DE PABLO

Por otro lado, el apóstol Pablo para establecer el principio de retribución y consuelo en la segunda venida de Cristo aporta vital información. Pablo le escribe a los tesalonicenses lo siguiente:

"Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron..." (2Tesalonicenses 1:6-10).

Este pasaje clarifica enormemente el panorama. Pablo escribe a estos hermanos para consolarlos por causa de las muchas tribulaciones que algunos les estaban causando. Pablo les dice que cuando Cristo venga con sus ángeles les dará reposo y a aquellos que los atribulan, su debida retribución. Aquí tenemos nuevamente el mismo evento que en el libro de Mateo 24:29-31, 2Pedro 3:10-12; Apocalipsis 6:12-14. La segunda venida de Cristo acompañado de Sus ángeles "en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo". La revelación de Cristo como se ilustra en este pasaje sella definitivamente el destino eterno de toda persona en esta tierra. Los justos "en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta" (1Corintios 15:52), serán raptados y transformados para ir a vivir en las moradas que Cristo fue a preparar (Juan 14:2), y los injustos serán destruidos con el "resplandor de su venida" (2Tesalonicenses 2:8) para luego ir a terminar a un lago de fuego y azufre que arde por los siglos de los siglos, preparado para el diablo y todos los que le siguen (Apocalipsis 20:10,15). La tierra y las obras que en ella hay serán quemadas, los elementos serán fundidos y deshechos, y el cielo se desvanecerá como pergamino que se enrolla para no haber nunca más memoria de él.
Los hechos registrados en este pasaje deberían inmediatamente hacer sonar una alarma con luz roja a aquel que cree que Cristo viene a instaurar un reino de mil años aquí en la tierra en Su segunda venida, porque este pasaje es explícito al establecer que la suerte de todo individuo en esta tierra queda sellada en la manifestación de Cristo, no existe una "segunda oportunidad" para nadie después de esto, como lo postula el premilenialismo. Los que son atribulados encontrarán reposo en Su venida; y los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo recibirán la pena de eterna perdición. El destino de ambas clases queda finiquitado, porque la tierra y el universo es destruido completamente, no queda tierra para empezar un milenio con Cristo reinando en ella, ni tampoco queda gente sobre la cual Cristo pueda reinar. Por lo tanto, si va a haber un milenio, y sin duda lo habrá, tiene que ser antes de Su segunda venida.
Resumiendo la información que hasta aquí tenemos, la segunda venida de Cristo con sus ángeles es acompañada con la destrucción del universo (Mateo 24:29-31); y puesto que el universo va a ser destruido sólo una vez, de acuerdo con Hebreos 12:26,27, el último evento aquí en la tierra es la gran tribulación: "E inmediatamente después de la tribulación...". La gran tribulación es el último registro histórico en esta tierra para después dar lugar a la gloriosa segunda venida del Mesías, el día del Señor, cuya venida definirá el destino eterno de toda persona en esta tierra (2Tesalonicenses 1:6-10), para luego proceder a la total destrucción de la tierra y el universo que la rodea. Por lo tanto, el milenio debe ocurrir antes del fin del mundo.


APOCALIPSIS 20:3-15

El capítulo 20 de Apocalipsis nos da este mismo delineamiento: Primero, el milenio (vers.3), al final del milenio Satanás es suelto "por un poco de tiempo", en este breve periodo de tiempo la gran tribulación toma lugar. Los versículos 7 al 9 amplifican un poco más el ministerio de Satanás en este breve periodo. Satanás es suelto para confabular una última insurrección contra Dios, engañando a las naciones, bajo el mando del Hijo de perdición, cercando a Jerusalén, ciudad símbolo de la causa del Mesías; pero Dios hace descender fuego del cielo (vers.9) y los destruye completamente. Posteriormente, el pasaje da a entender la consumación de las cosas, puesto que Dios envía a Satanás al infierno y da entrada al juicio final en un gran trono blanco donde Dios juzgará a cada persona que haya vivido en esta tierra (vers.10-15).
La lógica de las Escrituras es sorprendente, cualquiera se puede dar cuenta que el criterio en la interpretación de todos los pasajes vistos es literal. Ninguno de ellos fue torcido o manipulado para forzarlo a decir otra cosa que lo que realmente revela. La suma y ordenamiento lógico de todos los pasajes que se relacionan con la segunda venida de Cristo establecen claramente un marco de escatología postmilenial, es decir, Cristo viene con sus ángeles después del milenio, una sola vez, no en secreto, sino con gran voz de trompeta, para culminar la historia universal con el apoteósico evento de la destrucción de la tierra y el universo, dando entrada a un nuevo orden de cosas, espirituales y eternas, por el poder de Dios, y confinando a la pena de eterna perdición a aquellos que no conocieron a Dios ni recibieron "el amor de la verdad para ser salvos".

Héctor Hernández Osses
Pastor Bautista
Temuco - Chile
hectorihernandez@hotmail.com